El gato camina despacio sobre el suelo encerado,
vuelve la cabeza y maúlla mostrando su boca arisca y desnuda,
tiene las orejas puntiagudas y el rabo largo y afilado,
el gato guarda distancia mientras reta con la mirada,
alargo la mano para poder acariciar su lomo negro azulado,
pero el se escabulle y grita levanta la pata y se aísla,
el gato no tiene nombre, ni edad, ni sentimiento,
es audaz, imprevisible y a veces también baila,
quiero querer a ese gato peleón y esquivo,
el se acurruca entre sedosos cojines mullidos,
cierra los ojos y duerme arrullado por la rítmica música,
yo lo contemplo pensando todavía si debo quererlo.
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